El objetivo del
proyecto IA-100 es diseñar, desarrollar y fabricar en menos de 12 meses el
primer prototipo (demostrador tecnológico) de un avión biplaza para cubrir las
etapas iniciales de entrenamiento de pilotos tanto militares (fuerzas armadas
del país y de la región) como civiles (aeroclubes usuarios privados), cubriendo
con un producto diseñado y producido en la Argentina estos segmentos donde
habitualmente se utilizan aviones importados.
La decisión de llamar
a este nuevo proyecto IA-100, según explica su responsable el Ing. Juan Vidal,
“fue como dar vuelta la página, sobre la base de lo bueno que hicieron las
generaciones anteriores”.
El Ing. Vidal lidera
un equipo de jóvenes profesionales que cuentan con una edad promedio de 32 años,
y que además de estar a pocos pasos de realizar el sueño de hacer volar un nuevo
avión de diseño y desarrollo argentino después de tres décadas; el último había
sido la primera versión del IA-63 Pampa, en la década del ‘80, persigue el
“objetivo grande” de reactivar esta industria dando participación a empresas
argentinas que cuentan con la capacidad técnica y material, pero que sin una
necesaria articulación en un proyecto concreto y sustentable como el IA-100, se
verían aisladas y sin posibilidad de hacerlo.
El nuevo avión tiene
una envergadura de alrededor de 10 m y 7,5 m de largo, un peso máximo de 950 kg
y una velocidad crucero de 135 nudos, con velocidades de ascenso (hasta alcanzar
una altura máxima de entre 15 y 18 mil pies) similares o mayores a las de otros
aviones de la misma categoría. Otra ventaja competitiva muy importante es su
autonomía de vuelo de tres horas y media, que le permite realizar dos misiones
consecutivas de entrenamiento de una hora y media cada una sin tener que
recargar combustible.
La versión militar
del IA-100 tendrá un tren de aterrizaje retráctil que la diferenciará de la
competencia, y un sistema de aviónica completamente digital (Full Glass Cockpit).
Cubrirá el espectro de uso de aviones como el Grob 115, con cabina lado-a-lado
en la que el instructor se coloca al lado del aspirante a piloto.
En cuanto a los
aviones civiles usados en este segmento -Cessna C-172, Piper Tomahawk y otros
similares–, inspeccionarlos, mantenerlos y repararlos cuando tienen muchos años
de uso suele ser más caro que comprar nuevas aeronaves, con lo que la
posibilidad de contar con un producto nacional de costo relativamente bajo para
reemplazarlos y renovar el parque de entrenamiento apareció como una clara
oportunidad para FAdeA y para toda la industria nacional.
Cada parte del IA-100
está hecha en la Argentina, salvo el motor -un Lycoming AEIO-360 de 180 HP, que
le posibilitará la categoría de acrobático, ya que le permite volar invertido-,
la aviónica y la hélice.
El diseño del
fuselaje y del empenaje vertical del IA-100 son de FAdeA, que realiza también
los estudios de aerodinámica y otros aspectos físicos del avión. Para las alas y
empenajes horizontales –más otros componentes que representan en total el 35%
restante– aportan horas de ingeniería otras empresas e instituciones, como el
Instituto Universitario Aeronáutico de la Fuerza Aérea (IUA), ubicado en
Córdoba.