PARTIDO FEDERAL

Capital Federal


Documento del Partido Federal, Distrito Capital Federal

 

UN AÑO DE GOBIERNO DE CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER

LA PROFUNDIZACIÓN DE UN MODELO QUE ATENTA CONTRA LA REPÚBLICA

 

         A un año de la asunción de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y atento el cuadro económico nacional e internacional, encontramos oportuno y necesario efectuar un balance de la gestión de gobierno y un análisis de las medidas proyectadas para afrontar la crisis.

         Antes de continuar, resulta forzoso recordar que el 15 de junio de 2008, a través del documento titulado “El Partido Federal contra las retenciones móviles. La Plena Vigencia del Federalismo es la única situación posible” ya dimos a conocer nuestro parecer sobre la marcha del segundo gobierno kirchnerista y nuestro rechazo a las políticas de este gobierno en materia de delegación de facultades, recaudación tributaria, coparticipación de impuestos y producción agropecuaria.       

Se puede decir que aquel conflicto desnudó la matriz de pensamiento de este Gobierno,  explicitó su agenda política y aceleró los tiempos de una crisis económica que tiene mucho más de nacional que de internacional.

         En función de lo señalado, quedarán al margen de este documento entonces, nuestras consideraciones sobre el conflicto del campo y todo lo que lo rodeó y centraremos nuestra mirada en los nuevos escenarios surgidos como consecuencia de la crisis económica nacional e internacional.

         La desaceleración de la economía argentina ya se veía antes de la crisis de los mercados internacionales y obedeció a inconsistencias del modelo macroeconómico, a la alta inflación y a la inversión insuficiente para una demanda que creció incentivada por políticas fiscales expansivas.

         Cristina Fernández de Kirchner no tuvo la suerte de sentarse en el sillón de Rivadavia cuando los precios de los productos primarios de exportación subían en forma constante como en la época de su marido.

         Nestor Kirchner, en vez de aprovechar esa coyuntura para encarar reformas estructurales de fondo que atrajeran inversiones y le dieran competitividad y solidez a la economía, desalentó el ambiente de negocios, espantó las inversiones, incrementó el gasto público hasta niveles récord, consumió el stock de capital existente (como en el caso de la energía) y escondió las ineficiencias de la economía detrás del llamado tipo de cambio alto, el cual, por efecto de la inflación ha dejado de serlo.

         Luego de 5 años en los que el PBI creció a tasas que se ubicaron entre el 8,5 y 9,2 por ciento, y con estimaciones en torno al 6,5 o 7% para el promedio general de 2008, la mayoría de los economistas pronostican un crecimiento de entre 3 y 4 % para el 2009.

         El espontáneo enfriamiento de la actividad económica comenzó en abril mientras se acentuaba la salida de capitales y la cotización de los bonos argentinos se derrumbaba mucho antes de que colapsaran los mercados internacionales.

         La incertidumbre cambiaria, derivada de la baja de la soja y de otros commodities, como la devaluación del real, del euro y las otras monedas, han vuelto a elevar la cifra de fuga de capitales, que algunos analistas estiman en U$S 25.000 millones. Esta vez, será más difícil satisfacerla por los ingresos de exportación altos como sucedió en los meses anteriores. Deberá hacerse cargo el Banco Central, lo que provocará más temor a devaluaciones, exacerbando el proceso de fuga y restando fondos para el consumo y la inversión productiva.

         El problema que tendrá el Gobierno es que ya no podrá mantener el populismo que aplicó hasta ahora. El modelo se agotó. Los síntomas ya se observaban desde antes del conflicto con el campo. En otros términos, no hacía falta que se produjera la crisis internacional para que las inconsistencias afloraran: el país fue demasiado dependiente la soja y de los commodities en general y no hizo política fiscal contracíclica por el derroche de gastos de los últimos tiempos.

         Las exportaciones subieron todos estos años, con aumentos muy fuertes a fines de 2007 y comienzos de 2008. Ahora han tenido una baja muy significativa por la recesión en los países centrales. Para este año, el Presupuesto preveía un valor de la soja de U$S 482 la tonelada, pero ya está por debajo de los U$S 300. Esto significa un fuerte problema para el fisco: la fuerte caída de los precios provocará menos ingresos al país, menos gasto interno y consecuentemente, menos actividad económica.

         La política fiscal por su parte, fue cada vez más expansiva: el superávit primario que en el 2004 había sido del 4% del PBI, el 2007 fue del 2,3%. Esto demuestra que en las buenas, no se acumuló colchón fiscal: se eligieron los resultados de corto plazo. Chile en cambio, acumuló un fondo anticíclico del orden del 11% del PBI, con los recursos “extraordinarios” del cobre, que ahora le serán de gran ayuda.

Ante la crisis, el gasto público viene expandiéndose en los últimos tres meses al 30% anual, cuando en el primer semestre, lo había hecho al 45% y el año pasado al 70%, lo que demuestra la total responsabilidad del gobierno en la expansión del gasto, generalmente dirigido a favorecer a los amigos, en forma de subsidios.

Según un informe del Defensor del Pueblo de la Nación, hasta agosto del 2008, el Estado destinó 7.473 millones en subsidios al sistema eléctrico. El Poder Ejecutivo destinó en los primeros 8 meses del 2008 subsidios por 1.400 millones de pesos al servicio de transporte de pasajeros. Entre el 2007 y el 2008, el Gobierno nacional destino 20.180 millones de pesos (U$S 6.715 millones) al subsidio de los servicios de transporte automotor y ferroviario de pasajeros y al sistema eléctrico nacional. La realidad hoy es que, privatizados o no, los servicios públicos lucen mayor deterioro y peores costos que en los noventa.

Sugestivamente, las tarifas portuarias se dolarizaron por un Acta Acuerdo, pese a que en algunos casos, las ganancias operativas de esas empresas superaron el 200%.

         En cuanto al superávit comercial, sólo la reducción de las importaciones (por menos demanda interna y mayores restricciones) contrarresta la perspectiva de caída en los precios de las exportaciones, especialmente de la soja.  Un problema adicional en este marco es que el 58% de las exportaciones argentinas de manufacturas industriales se dirige principalmente hacia tres bloques (Brasil, NAFTA y Unión Europea) que muestran una fuerte desaceleración económica.

         Los sectores que más sufrirán el brusco freno serán el campo, por la caída estrepitosa del precio de las commodities y la industria automotriz por la caída de ventas en Brasil, pero también sufrirán los textiles y los fabricantes de juguetes. El resto de los sectores productivos tendrán que afrontar una situación recesiva en el nivel internacional y un Brasil, nuestro principal socio comercial, con un tipo de cambio un 33% más alto. Si cuando el tipo de cambio estaba en 1,56 reales por dólar teníamos saldo negativo en el balance comercial, la cosa va a ser más complicada de aquí en adelante.

         ¿Cómo compatibilizará el gobierno la merma en los ingresos fiscales con las metas que planteó en el presupuesto para el 2009?

         El Gobierno planea auxiliar con un mínimo de U$S 3.000 millones a las empresas estatales en el año que viene. La presidenta Cristina Fernández envió al Congreso un proyecto de Presupuesto 2009 que incluye una megapartida de 9.400 millones de pesos para 13 de las 27 empresas estatales, un 17% más que la registrada este año.

         Como muestra, AySA –la ex Aguas Argentinas- será la más beneficiada: recibirá 475 millones de pesos para sus gastos y 1.197 millones para el funcionamiento y la ampliación de la red. E.Nar.S.A. dispondrá de 1.800 millones de pesos como asistencia especial para financiar la compra de gas a Bolivia, la adquisición de gas natural licuado –luego regasificado-, la importación de combustible líquido de Venezuela y el financiamiento del plan Energía Total.

         La respuesta fue brutal: la confiscación de los fondos de las AFJP. Un cheque al portador por 15.000 millones de pesos anuales (casi 4500 millones de dólares) es lo que le entregó el Congreso al gobierno de Cristina Kirchner con la ley de estatización de aportes al sistema de jubilación privada. No es fácil encontrar, aun en la Argentina, muchos antecedentes de semejante transferencia de recursos del sector privado al público.

         El Gobierno anunció un paquete económico de 13.200 millones de pesos. Ya habló de tantos destinos posibles que difícilmente ayude al objetivo de calentar la economía. La Casa Rosada ilusiona a muchos sectores con créditos subsidiados, con políticas activas para la industria, con reembolsos a la exportación, impulso a la fabricación y venta de autos económicos, refuerzos del seguro de desempleo, aumentos en los planes sociales, reintegros impositivos para el consumo o fomento a las economías regionales. También con programas de obra publica. Pero en este terreno, hay insalvables problemas en la gestión.

         Algunas inversiones emblemáticas prometidas desde 2003 por el Gobierno aun no arrancan. Según datos oficiales, la primera etapa del plan federal de viviendas que el ex presidente Nestor Kirchner anuncio en 2004, aun no esta terminado: de las 120.000 prometidas, en cinco años solo se finalizo el 62%. La segunda etapa, que consiste en la entrega de 300.000 viviendas que prometió finalizar para este año, apenas se concreto el 2,2%. Tampoco se finalizo el plan 700 escuelas. Kirchner había prometido concluirlas en dos años. A la fecha el gobierno concluyo 576.

Sin gestión, los anuncios quedan en vacías formulaciones de “burócratas iluminados” que creen saber mejor que la gente qué se debe producir; en que cantidades y a que precios debe venderse. Ya han fracasado estrepitosamente.

Cuando había viento de cola, el Gobierno incrementó y amplió los controles de precios con mecanismos que tienen ribetes delictivos. Prohibió exportaciones y les puso cupos. Intervino el Indec. Acusó a los ganaderos de lucrar con el hambre del pueblo; adopto medidas con las que destruyó la actividad ganadera, y luego le echó la culpa de ello a la soja.

         Si en los años que el Gobierno se benefició por el viento de cola igual recurrió a medidas arbitrarias en materia de política económica, es de imaginar que ahora, con el viento de frente, recrudecerán las medidas arbitrarias. Esto puede conducir a que se destruya lo poco que queda del sistema republicano. La crisis económica puede conducir a un mayor grado de autoritarismo, en el que, para enfrentar la crisis, haya que seguir atentando contra la seguridad jurídica y violando derechos de propiedad. El resultado, un recorte de los derechos individuales y mayor agresión a las instituciones.

         En su reciente gira por el Magreb, la presidenta aseguró que la Argentina era un país de oportunidades, que podía producir alimentos para 400 millones de personas cuando su población era sólo de 40 millones.

         ¿Qué tipo de oportunidades?

         La exportación agrícola se ve cercenada todos los días por la triple acción de la Secretaría de Comercio, a cargo de Guillermo Moreno; la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca), a cargo de Ricardo Echegaray, y la Administración Nacional de Aduanas, a cargo de Silvina Tirabassi. El régimen de prácticas no podría ser más engorroso. Los permisos de exportación de la Oncca son muchas veces denegados  por la Secretaría de Comercio. Pero cuando se consigue superar esa barrera, todavía puede llegar una traba de último momento de parte de la Aduana.

         Esta política antiexportadora le ha valido perder mercados a la Argentina. Por culpa de ella, los productores son sancionados con un descuento diferencial que equivale a lo que, en las transacciones financieras, se denomina “riesgo país”. Ese castigo se traslada siempre al productor ya que se resta del precio de los productos agropecuarios.

         El costo de estos desmanejos lo pagan los productores, los exportadores, la balanza comercial y, en definitiva, el fisco. Según los datos de septiembre pasado, el país exportó 10 millones de toneladas de granos menos que para la misma época del año anterior. Se exportó también un volumen de carnes 17 % inferior al que se registró en el mismo período de 2007.

         Además, según las encuestas más recientes del Banco Mundial y de Transparency International, la Argentina es el país número 113 de 181 para el ambiente empresario, debajo de Uganda y Bangladesh, y 109 de 180 para el nivel de corrupción, debajo de Ruanda y Tanzania. Es cierto que el país tiene un gran potencial, pero hay obstáculos que hacen huir a los inversores. En 2007 la Argentina recibió de inversión directa el 8% de lo que recibió el continente y solo el 40% de lo que recibió Chile.

         En esto no hay casualidades sino causalidades. Argentina no respeta la seguridad jurídica y ejerce ningún control sobre la corrupción en el gobierno.

A dos años y medio de la sanción de la reforma del Consejo de la Magistratura, el Kirchnerismo ha acentuado su injerencia en la Justicia contribuyendo a que no se investigue a los funcionarios públicos. A través del sistema impuesto, el oficialismo tiene derecho a veto, lo que hace que ningún juez pueda ser designado o sometido a juicio político sin al menos el voto de un representante del oficialismo.

         En materia de control al Gobierno, el kirchnerismo ha neutralizado la actividad de todos los organismos, ya sean externos como internos. Así, la Fiscalía de investigaciones administrativas que depende del Procurador General de la Nación, la Auditoria General de la Nación, que asiste al Congreso, la Oficina Anticorrupción, que depende del Ministerio de Justicia y la Sindicatura General de la Nación, se han visto afectados por restricciones para investigar, escaso presupuesto, reformas normativas que obstruyen su labor y cambio de funcionarios.

         El caso del Fiscal Manuel Garrido es el ejemplo del velo con el que el Kirchnerismo pretende cubrir a sus funcionarios. Como resultado de la última resolución del Procurador Righi, la Fiscalía ya no podrá intervenir en decenas de causas como las abiertas contra Guillermo Moreno por la manipulación de índices del INDEC o contra Ricardo Jaime por sobreprecios en la reparación de trenes.

         Como corolario de este oscuro panorama, la ley de blanqueo impositivo que envió el Kirchnerismo al Congreso de la Nación desanda todos los caminos transitados hasta ahora por nuestro país en materia de control de capitales y contradice las más elementales políticas aplicadas a nivel mundial para evitar el lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas, como el narcotráfico o el contrabando de armas.

         Argentina pasará así, a ser un paraíso fiscal, anhelado como destino por delincuentes y por especuladores de ganancia rápida y esfuerzo corto, pero alejado para siempre del respeto y la consideración de los países desarrollados del mundo, de donde justamente, necesitamos que vengan los capitales de riesgo y de producción para sacarnos de la pobreza y la marginalidad en la que nos hundimos estrepitosamente. En definitiva, un país muy distinto al que imaginaron Alberdi y Sarmiento. Una nación muy alejada de lo que su propia Constitución establece.

         No quedan dudas de que el gobierno de Cristina no es más que la continuación de la obra iniciada por su marido en el año 2003. Es la profundización de un modelo que atenta contra la república, nos aleja de la prosperidad y el progreso y coloca a millones de argentinos en situación de desigualdad dejando a nuestra sociedad a merced de la desesperación y la violencia.

         La crisis económica es tan solo la excusa.

Buenos Aires, 5 de diciembre de 2008. 


JUNTA METROPOLITANA: Presidente: Ricardo MARTINEZ; Vicepresidente 1º: Gustavo FORGIONE; Vicepresidente 2º: Sergio VIOLA; Secretario General: Eduardo LLORENS; Secretaria de Actas: Maria Laura SELVA; Tesorera: Beatriz CERVERA; Vocales: Maria Rosa FARAH; Luis FIORENTINI; Carlos GIRIBALDI; Jimena LLORENS; Daniel VENDITTO; Maria Elsa JORCINO; Marcelo D’ ALOTTA; Martin BORRELLI.

CONVENCION METROPOLITANA: Mesa Directiva: Presidente: Graciela FESCINA; Vicepresidente 1º: Raul MARISCOTTI; Vicepresidente 2º: Martín GALIOTTI; Secretario 1º: Maria Paula MARTINEZ; Secretaria 2º: Ligia IBARRA.


Partido Federal  -  partido@federal.org.ar