El acto, contó con la
presencia del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Uruguaya, Gral. del Aire
Alberto Zanelli, autoridades civiles y militares, socios y amigos, destacando
entre estos últimos, la presencia de familiares del Sr. Rubens Cordero (dueño
del taller mecánico donde fue reparada la aeronave).
El simbolismo del Curtiss, nos llena de orgullo por tratarse del primer avión de
entrenamiento enteramente de metal utilizado por la entonces Aeronáutica
Militar, de fabricación estadounidense, y que resultara seriamente dañado
durante el incendio del Museo Aeronáutico ocurrido el 4 de diciembre de 1997.
Luego de un arduo trabajo de restauración de casi 11 años, vuelve a estar en
condiciones de ser exhibido en las nuevas instalaciones del Museo ubicado en la
Base Aérea I de Carrasco.
Nota: La AAMA es una asociación integrada por aficionados a la aviación, civiles
y militares, en actividad o retirados, que tiene por cometido la discusión,
divulgación y conservación del patrimonio histórico aeronáutico uruguayo e
internacional en poder de nuestro país. Desarrolla su actividad todos los
sábados en las instalaciones de la mencionada Base Aérea I (Carrasco).
Para ellos nuestro agradecimiento y admiración por tan alto honor de llevar el
patrimonio hacia la eternidad.
Palabras del
Presidente de la Asociación Amigos del Museo Aeronáutico:
Autoridades actuales
y pasadas de la Fuerza Aérea, de la Aviación Naval y de la Aviación Civil,
Personal técnico y del Museo Aeronáutico, Familiares y amigos de Rubens Cordero,
Miembros y allegados a la AAMA.
Quiero agradecer la presencia de todos ustedes, especialmente la del Sr.
Comandante en Jefe que se ha hecho un tiempo en el corto período que dispone
entre las responsabilidades de su cargo que lo obligan a estar en el exterior.
Nos convoca hoy un motivo de gran satisfacción para todos nosotros a una semana
de haber cumplido 11 años de la fundación de nuestra asociación. Me toca
circunstancialmente a mi encabezar este acto, estando presentes varios
compañeros que son protagonistas de esta historia desde sus comienzos, y que
tienen por lo tanto mayores méritos que yo. Lamentablemente ya no está con
nosotros alguien que fue el principal responsable del resurgir de esta máquina,
el Sr. Rubens Cordero, pero nos honran con su presencia sus familiares y amigos.
Muchos conocen la historia de este infortunado avión, otros tienen una vaga
idea, y tal vez algunos no sepan nada de él.
Todo comienza en uno de los hechos más infortunados para el patrimonio
aeronáutico de nuestro país que fue el incendio del Museo en 1997. Esa desgracia
se llevó para siempre ejemplares únicos por su singularidad, y otros resultaron
seriamente dañados poniendo en duda su destino, como el Curtiss Falcon que tenía
grandes posibilidades de transformarse en metal fundido, ya que se había
considerado imposible su reparación.
Otros aviones afectados todavía esperan que llegue el día de su restauración.
Pasaron ocho años sin que afortunadamente se produjera su destrucción total,
hasta que un compañero tuvo una idea muy audaz: trasladar los restos del avión
al taller del mecánico (automotriz pero no chapista) Rubens Cordero, para
intentar llevarlo a su aspecto original, por supuesto con la aprobación de las
autoridades del museo de aquella época.
Así comenzó en el año 2005 la lenta pero tenaz labor, sin planos y con mucha
intuición, pero sobretodo con mucho cariño y pasión, que llevó nueve años hasta
que terminó con el Curtiss de nuevo en una pieza.
Dos años más de labor paciente de la AAMA para reparar la cabina, los tableros y
una enorme cantidad de detalles, en conjunto con un grupo de entusiastas
aerotécnicos chapistas y pintores, culminan hoy con la restauración total de
este avión del cual quedan muy pocos ejemplares en el mundo.
Una demostración de que hay tareas muy difíciles, pero que con paciencia y
dedicación se pueden sacar adelante. Las otras que parecen imposibles dan más
trabajo.
Este final exitoso se debe a la labor y el esfuerzo de mucha gente, algunos con
mucho conocimiento y otros supliéndolo con mucha dedicación y amor por lo que
hacían.
Pero nada de esto hubiera sido posible sin la confianza que las autoridades
depositaron en este grupo de aficionados.
Alguien podrá decir que perdido por perdido, no había ningún peligro en dejarnos
hacer, pero también sabemos que muchas veces por no correr ni el más mínimo
riesgo, se deja que las cosas sean consumidas silenciosamente por el solo paso
del tiempo.
Pero desde los primeros contactos con las autoridades del museo se fue
afianzando la relación, se fueron abandonando los resquemores, hasta el día de
hoy en que se nos permite llevar adelante, de manera armónica y consensuada, los
proyectos que nos planteamos.
Esto es por un lado un motivo de satisfacción para todos, pero también es un
gran compromiso para no defraudar esa confianza que se ha depositado sobre
nosotros.
Muchas veces quisiéramos contar con más recursos materiales y humanos para
llevar adelante nuestra tarea, preocupados porque vemos como el tiempo pasa
rápidamente y se suman los proyectos de restauración, pero debemos aceptar las
limitaciones que existen.
Para finalizar quiero hacerlo con una frase de uno de nuestros amigos, que iba a
estar acá pero que por un quebranto de salud no nos puede acompañar y a quien
deseamos una pronta recuperación.
Este amigo además de ser un gran restaurador, también es un muy buen escritor
que nos deleita cada tanto con jugosas anécdotas de su época de piloto. Es para
mí una muy buena síntesis de lo que todo aviador y por qué no también de quienes
no lo somos, sentimos ante estas bellezas.
Dice así: “Los aviones son máquinas muy especiales, porque hacen posible a los
hombres experimentar en el mundo de lo real, muchos momentos mágicos más propios
del mundo de los sueños.”
Ingeniero Agrónomo
Ricardo Varela
Presidente de la
Asociación Amigos del Museo Aeronáutico
Fotografía: Asociación Amigos del Museo Aeronáutico