Bloque Frente Compromiso Para el Cambio |
|||
Señor presidente: Creo que no es el momento de hacer una crónica de la tragedia, porque ya se ha dicho todo. En su momento, todos hicimos los análisis políticos, institucionales y nos conectamos con el dolor, de acuerdo con la sensibilidad que cada uno tiene y con el grado de cercanía con las víctimas o con los concurrentes al recital. Todos tuvimos amigos o hijos de amigos que ese día fueron a ese boliche. En mi caso, se salvaron y algunos que estuvieron por ir, por suerte, ese día no fueron. Los medios de comunicación nos sorprendieron en la víspera de fin de año con esta terrible noticia. A partir de allí, según la política editorial de cada medio –que después algunos cambiaron– se empezaron a encontrar culpables o responsables, y se omitió a otros, mientras en la calle la gente, los padres, en la desesperación... Decía que en la calle, antes de que, como se dijo acá, nosotros estuviéramos contando los cuarenta votos, el día sábado los padres empezaron a nombrar funcionarios, políticos y empresarios, y no habían hablado con nosotros. No caben dudas de que, como se dijo, fue la mayor tragedia no natural que le tocó vivir a la Ciudad de Buenos Aires. Si bien no son fenómenos comparables, pensemos que lo sucedido equivale a más de diez veces el incendio de la discoteca Kheyvis, donde hace once años fallecieron 17 jóvenes; el doble de víctimas de la AMIA, donde murieron 84 personas; casi siete veces el atentado contra la Embajada de Israel, donde fallecieron 28 personas; casi la misma cantidad de muertes de la estación Atocha el 11 de marzo de 2004, que cambió el destino de España. Si hubiera tenido que hablar el lunes, seguramente no hubiera dicho exactamente lo mismo que voy a decir hoy, porque la realidad política es dinámica y todos los días aparecen nuevos acontecimientos políticos que permiten resignificar el futuro, pero lo que no van a permitir es resignificar el pasado y menos el presente doloroso que día a día nos devuelve un muerto. Hay un antes y un después de lo ocurrido, como se dijo acá y como también lo manifestó el Jefe de Gobierno en la visita a la Legislatura en la que estuvieron presentes los jefes de bloque, tanto para los familiares de las víctimas, como para aquellos jóvenes que asistieron al espectáculo y salvaron sus vidas; para aquellos que siguen internados, para los jóvenes que concurren a espectáculos de rock, para los familiares de los chicos que seguramente se van a angustiar noche a noche cuando participen de espectáculos; para los empresarios de locales bailables, en fin, para la sociedad en su conjunto. También, señor presidente, hay un antes y un después en la política de la ciudad de Buenos Aires. Como también se dijo, éste en un año electoral y seguramente se van a plantear ensayos de acuerdos y alianzas que se verán modificados a partir de este hecho. Estos días nos saturaron de informaciones e investigaciones periodísticas y algo que se reiteró: la censura a la utilización política de la tragedia. En este punto debemos reflexionar. Una cosa es no tener principios y actuar tratando se usufructuar este lamentable hecho, y otra cosa es actuar como oposición apelando a los mecanismos constitucionales. Nadie, o por lo menos yo, pretende hacer un escarnio del señor Jefe de Gobierno. Lo peor que le puede pasar a sus allegados y funcionarios es sufrir lo que padecí yo: el destierro que significó para muchos de nosotros –inclusive para varios de los que estamos hoy acá– por haber sido funcionarios de Grosso. A tal punto que el partido gobernante, señor presidente, en la campaña a Jefe de Gobierno utilizó y señaló a candidatos de la lista de Macri por haber pertenecido al grossismo. Ese fue un hecho que me causó mucho dolor. Es mi deseo sincero que el día de mañana a ninguno de los legisladores que están acá, a ninguno de los funcionarios de la Jefatura de Gobierno, que sí son políticos, y al personal designado por ellos –todos son personal político, ya que nadie llega por concurso– los señalen diciendo que fueron funcionarios de Ibarra, como lo hacen con nosotros, recordando que fuimos colaboradores de Grosso. Si hablamos de “circo”, debo decir que el “circo” sí se armó y de ese “circo” Aníbal Ibarra participó. Creo que todos actuamos políticamente, porque todos somos políticos. A la posición le asiste el derecho de requerir la presencia del Jefe de Gobierno, de acuerdo con el Artículo 83 de la Constitución, así como al Jefe de Gobierno le asiste el derecho a defenderse y puede, entre otras cosas, armar un nuevo sistema de alianzas, incluyendo al diputado Juan José Álvarez en su gabinete, decisión que, de más está decir, me congratula, porque es un compañero que ha demostrado fortaleza e idoneidad, no sólo para plantificar, sino para hacerse cargo del área de Seguridad en un momento en que la Argentina estaba al borde de la disolución. También creo que al partido oficialista le corresponde hacer lo que hizo la diputada Moresi. Para mí no fue un gesto emotivo, sí quizás un desatino haber dicho que se trata de un “circo”, pero creo que es una actitud militante defender a su gobierno. Si hubiera estado en su lugar creo que hubiese hecho lo mismo. No voy a hablar de los informes de la Auditoría y de la Defensoría. De más está decir que leí todo el material y los informes son absolutamente contundentes. Por otra parte, ya se dijo todo sobre los informes y las investigaciones que se hicieron. Por último, quiero decir que la falta de control de República Cromanón permitió que no se arbitraran los medios para subsanar las deficiencias o bien clausurar el local. ¿Qué pasó que ni el gobierno de la ciudad, a través de sus inspectores, pudo desactivar esta bomba antes que explotara? ¿Qué pasó que Omar Chabán pudo haber cometido tantas infracciones sin que mecanismo alguno de contralor haya funcionado con antelación? ¿Qué pasó que se pudo insonorizar el lugar con material inflamable? ¿Qué pasó que pudieron entrar más personas que las previstas? ¿Qué pasó que se permitió el uso de material pirotécnico? Creo que es innegable la responsabilidad de Omar Chabán. Sobre eso no hay dudas. El Jefe de Gobierno dijo el otro día, creo que con sorprendente razonabilidad, que se hacía cargo de los éxitos y de los fracasos. Me parece que sería un gesto de madurez política de este Jefe de Gobierno aceptar concurrir a la Legislatura para responder sobre este tema, ya que la línea de conducción quedó desmantelada y el nuevo Secretario responderá por lo que haga a partir de su asunción. Por lo tanto, el único que puede estar a la altura de las circunstancias y que maneja toda la información es el Jefe de Gobierno. De ninguna manera, señor presidente, quiero que el Jefe de Gobierno deje sus funciones. Para mí ha sido un horror que Chacho Álvarez se haya ido del gobierno en las condiciones y en el momento en que lo hizo. Cuando uno asume las funciones tienen que continuarlas. Pero lo que no puede hacer es negarse a los mecanismos constitucionales que de verdad creo que lejos de entorpecer la democracia, favorecen la continuidad del mandato del Jefe de Gobierno en sus funciones. Para terminar, creo que nosotros debemos decidir si queremos vivir en una República o en Cromanón, y lo digo con todo el respeto que me merece el under. Bajar el texto en formato Word
|