Con gran tristeza, desde Aeromag, nos
sumamos a la despedida de estos aviones en servicio en la FAU, que han sido un
orgullo en ambas riveras de los ríos que nos unen.
Ante semejante noticia emitida la Dirección de Relaciones Públicas de la Fuerza
Aérea Uruguaya el 16 de marzo pasado, transcribimos el sentido comunicado, en
homenaje a este material aéreo que demostró tener aliento propio.
El hombre, por
naturaleza, tiende a sentir apego a las cosas materiales; por lo que su pérdida
suele ser fuente de dolor y sufrimiento. Como contrapartida sabe que los cambios
llevan implícito el abrir puertas a nuevas cosas y experiencias; circunstancia
que determina nuevos aprendizajes: aceptar con entusiasmo lo nuevo y dejar
partir lo que ya fue.
Esa perspectiva
humana, no difiere cuando la planteamos desde las organizaciones. Estas últimas
se comportan como seres vivos y al igual que ellos deben aceptar el cambio para
poder evolucionar; pues de no hacerlo pierden eficacia; corriendo el riesgo del
estancamiento, deterioro de la cultura organizacional y debilitamiento de la
moral de sus integrantes.
Ahora bien,
evolucionar no quiere decir olvidar. Tampoco pensar que todo debe ser cambiado.
Muy por el contrario. Se crece sobre bases fuertes, tales como las que han
permitido mantener en alto nuestra amada Fuerza Aérea. Se vuela en el cielo,
pero no sin previo carreteo en suelo firme.
Hoy la evolución
demanda una partida. Abrimos puertas a la salida de nuestro último A-58 Pucará y
duele, pues con él se va parte de nuestra vida…pero quedan las vivencias.
Despedimos a una nave
que hizo leyenda desde su primer aterrizaje en nuestro territorio nacional el 2
de junio de 1981; permaneciendo, por más de 35 años, en el Escuadrón Aéreo N°1
de la Brigada Aérea II “Tte. 2° Mario W. Parallada”.
Con sólo traer a la
memoria un poco la historia del mencionado escuadrón se logra hacer consciente
el importante rol que cumplió este avión, durante sus años de servicio.
De hecho, fue la
llegada del Pucará que determinó su especialidad de “Ataque”, su actual escudo y
lo más importante… fue el que generó en sus miembros un sentimiento de
pertenencia que trascendió su tiempo de servicio en la unidad, dando lugar a lo
que se denomina hoy en día: “La Familia Pucarera”.
Me atrevería a decir
que ese espíritu, también cruzó límites internacionales; encontrando siempre el
apoyo, en la hermana República Argentina, para mantener el mayor número de
aeronaves en orden de vuelo.
En todos estos años
se formaron 55 Pilotos de los cuales 46 obtuvieron la más alta calificación para
el combate y se realizaron un total de 23000.5 horas de vuelo. Números que
reflejan una reconocida labor, no sólo demostrando la fortaleza del aeronave,
sino una gran tarea profesional que cumplieron sus tripulaciones al haberlo
volado en sus ruidosas y calurosas cabinas, así como también de sus aerotécnicos
para mantenerlos seguros en vuelo, después de muchas horas de hangar.
¡El medio hace al
hombre…
como los
aerotécnicos
y las tripulaciones
a su avión!
El año 2005, cuando se cumplían los 24 años de servicio del avión, fue uno de
sus momentos más brillantes. Por primera vez en la historia sus bocas se
pintaron dando lugar a la imagen de un jabalí. Y esa identificación con uno de
nuestros animales autóctonos, permitió aflorar su verdadera personalidad. Con
esta simple pintura hecha en la madruga del 5 de agosto (vísperas del 50°
Aniversario), por el artista Riverense Víctor Álvez, se logró plasmar la
comunión perfecta entre un avión y el medio donde le tocó volar.
Fue una noble nave…
al punto, que acompañó a nuestros queridos camaradas el Tte. 1° (Av.) Miguel A.
Fodrini y el Tte.2 ° Mario E. Roldos hasta sus últimos instantes, antes de pasar
a volar más alto…en la Escuadrilla del silencio.
Hoy los Pucará
comienzan su merecido descanso con la satisfacción de la misión cumplida. Pero
su espíritu continuará vivo en todos aquellos que lo volaron al menos una vez,
en los que pasaron horas trabajando en su mantenimiento, en los que disfrutaron
de ver su diseño aerodinámico en la línea de vuelo, en los que lograron apreciar
sus capacidades para el ataque (ya sea en el polígono de tiro de “La Carolina” o
en un festival aéreo), en aquellos que llenaron sus ojos sacando una hermosa
fotografía y sin duda en quienes, sin haberlo conocido, escucharán con
admiración las historias con él vividas.
Hoy cambiamos un
ícono operativo para convertirlo en un hito histórico. El poder participar de
éste hecho y decirle adiós a una plataforma aérea que marcó parte de nuestra
vida y de nuestra honorable Fuerza Aérea, nos debe llenar de inmenso orgullo.
El espíritu de la
Fuerza Aérea Uruguaya se hace efectivo, no por el pasaje de los diferentes tipos
de aviones según su época, sino en el sentimiento colectivo de sus miembros que
hacen de su arraigada vocación por la actividad aeronáutica… la Seguridad Aérea
Nacional.
Dirección de
Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea Uruguaya